Una foto de una testigo de Jehová tomada en el campo de concentración de Auschwitz, 1943.
En julio de 1933, los nazis decidieron clausurar y prohibir todas las actividades de los testigos de Jehová. A pesar de ello los miembros de este grupo religioso continuaron con sus actividades.
Los Testigos de Jehová se negaron a abandonar sus actividades y creencias religiosas. Muchos eligieron la muerte antes de renunciar a su fe. Les fueron expropiadas sus viviendas y negocios y expulsados de sus empleos y negados sus beneficios por desempleo. 10.000 personas fueron sentenciados por su creencia religiosa y 3.300 fueron llevados a los campos de concentración, entre 2.500 y 5.000 fueron asesinados. 250 creyentes fueron ejecutados por negarse a servir al ejército alemán. Llevaban un “Triángulo púrpura”.