La construcción de convivencia nos convoca a trabajar en desarrollar y reforzar algunas habilidades en nuestros alumnos que les permitirán entregarse a la experiencia de una convivencia equitativa sin sentirse en riesgo.
1- Para poder vivir con otros, deberemos trabajar en fortalecer el conocimiento de uno mismo. Que los alumnos aparenten fortalezas y seguridades no indica que realmente saben de sí mismos, o que están felices con la vida que llevan o lo que están haciendo. Ocupar tiempos y espacios para estos descubrimientos y para legitimar las particularidades de cada uno en un ámbito que garantice su integridad, es una condición imprescindible para poder levantar asegurarle a cada uno, un espacio seguro para los vínculos y el aprendizaje.
2- El descubrimiento del otro es el próximo paso. Muchas veces los alumnos transitan toda su escolaridad sin saber de sus compañeros. Y si no sabemos con quienes estamos, si no generamos empatía con sus gustos, su historia familiar, sus dificultades, sus talentos, sus dolores…en el mejor de los casos seremos indiferentes o en el peor de los casos, no tendremos problemas en atacarlo. Algunas palabras han quedado en desuso sin embargo es importante recuperarlas: el ámbito escolar resguarda la dignidad y la integridad de las personas. Y esta actitud es responsabilidad de todos: de los compañeros, de los docentes, los directivos y las familias. Sentarse en el aula con otros implica asumir una responsabilidad y un compromiso hacia estos otros. Y debe ser un mensaje claro de la escuela para todos sus integrantes.
3- La mejor manera de aprender a convivir es teniendo oportunidades para ejercitar experiencias comunes. Es un contenido esencial de una pedagogía de la convivencia la participación en proyectos comunes donde, además de tener como objetivo la producción colectiva de contenidos curriculares, se aprende a tomar decisiones, a escuchar opiniones diversas, a registrar diferentes ritmos de trabajo y de comprensión. Es nuestra tarea docente el planificar estas oportunidades para crecer en convivencia, experiencia tras experiencia. Y no sólo en el aula: proyectos generales deportivos, culturales, artísticos, solidarios… todo es un buen escenario para enseñar-aprender a convivir.