Tuvimos que ir a una escuela judía
“En el medio de la clase, nuestro profesor de historia empezó a llorar. Abandonó el aula y después de un rato volvió para decirnos: -‘Ayer volví a casa y mi esposa no estaba más allí, la han arrestado’.
… Luego de las vacaciones de verano de 1941, tuvimos que ir a una escuela judía. Nuestra maestra titular, la señorita Kuperus lloraba cuando nos despedimos de ella. Ella amaba a sus alumnos, no por su religión sino por quienes eran. Era una buena mujer.”