Seguir pintando y dibujando fue uno de los modos que muchos encontraron para resistir a la oscuridad y la desazón. Entre tantas historias recordamos a Frederika "Friedl" Dicker-Brandeis una artista y educadora austríaca, prisionera en el campo de Terezin y luego asesinada en Auschwitz-Birkenau, que durante su estancia en el campo de concentración Terezin se ocupó de enseñar a los niños a pintar como un modo de evadirse de la realidad. Antes de abandonar Terezin, rescató 4.500 dibujos. Estos dibujos sirvieron de testimonio en los Juicios de Nuremberg ejemplo imborrable del horror.