La discriminación adquiere diferentes modos. Se manifiesta con diversas expresiones y gestos. No siempre se detecta fácilmente.
Las discriminaciones más visibles tienen que ver con la exclusión, el hostigamiento, la humillación pública, la denigración, la burla.
La generalización es un acto de discriminación. –“Todos los…. son…” no deja espacio al conocimiento personal, no permite que cada uno tenga un lugar en el grupo por lo que hace y no por lo que otros definen que “es”. La generalización es una actitud de condena social antes de permitirle al otro mostrarse tal cual es. Si un alumno tiene rasgos orientales y prima en el curso la generalización acerca de los “chinos” (aunque su familia no descienda de China, eso no importa), entonces este alumno, sólo por su rostro está condenado a cargar sobre sí todas las opiniones negativas y destructoras que le imprimen a las comunidades asiáticas. Sin ninguna razón. Sin ninguna conexión las características personales de este alumno. Se generaliza para fundamentar rápidamente acciones de discriminación y exclusión.
El o los que discriminan ejercen el poder en el grupo. Son los portadores de la “normalidad” frente a las “características diferenciales” en los otros.
El trabajo educativo en el aula ayuda a construir una concepción de lo humano mucho más rica, cuando tiende a la pluralidad y equidad.
Reconocer al otro es reconocerse en el otro y permitirse el espacio de mutuo conocimiento.
Una contracultura a la de la discriminación es la capacidad de desarrollar generosidad, justicia, libertad, aceptación, conversaciones, emocionalidad, sostén mutuo, valoración, cercanía, involucramiento.