Educar se constituye en el proceso por el cual el niño, el joven o adulto convive con otro y al convivir con el otro se transforma espontáneamente, de manera que su modo de vivir se hace progresivamente más congruente con el otro en el espacio de convivencia.
Humberto Maturana (1992), en Emociones y Lenguaje en Educación y Política
La convivencia es la capacidad de las personas de vivir con otras (con-vivir) en un marco de respeto mutuo y solidaridad recíproca y que esto implica el reconocimiento y respeto por la diversidad y la capacidad de las personas de entenderse, de valorar y aceptar las diferencias y los puntos de vista de cada uno.
La escuela es el ámbito en el que vivir y vivenciar con otros se presenta en la cotidianeidad del aula; una experiencia compleja para el sujeto porque encierra la paradojal necesidad de interactuar con los demás y a la vez conservar el espacio propio.
La convivencia es un aprendizaje constante: se enseña y se aprende todo el tiempo. Es una responsabilidad de todos: estudiantes, docentes, directivos, asistentes, padres, madres.
Convivencia: un objetivo del proceso educativo
La convivencia, el aprender a ser con el otro; es un objetivo esencial de la experiencia educativa. La función socializadora de la escuela se manifiesta en las interrelaciones cotidianas, en el aula, en las actividades diarias, en conversaciones espontáneas, o en discusiones o diálogos planificados para reflexionar acerca del impacto de las interrelaciones en cada sujeto. En cada espacio se enseña y se aprende a convivir: en el recreo, en los talleres, en las salidas, en la biblioteca, allí donde se dé la maravillosa oportunidad de aprender a estar juntos. Tiempos y espacios específicos son imprescindibles; no esporádicos sino continuos y progresivos. Todo el tiempo nos ocupamos del vivir juntos, porque estamos juntos, todo el tiempo.
La convivencia debe ser concebida como un objetivo.
- Un objetivo que se irá construyendo, modificando, corrigiendo, evolucionando tantas veces como sea necesario y como los actores vayan requiriendo.
- Un objetivo que coexiste con el desarrollo curricular. Porque una convivencia positiva favorece las condiciones de aprendizaje. Condiciones que desarrollen la capacidad de establecer acuerdos, reconocer las diferencias, formas de alcanzar consensos, de aceptar disensos.
Supone un gran desafío, quizás mucho más ambicioso que la pretensión de un buen rendimiento curricular. Trasciende programas específicos y temáticas determinadas, supera el cumplimiento de normas y reglamentos y traspasa relaciones de horizontalidad o verticalidad. Todo el tiempo convivimos en la escuela con otros.