Uno de los roles que asumen los educadores en la escuela es el de ocuparse de construir una convivencia democrática junto a los estudiantes. Si alguien sufre porque otro le dice o le hace algo que le hace daño, es dato suficiente para que la escuela intervenga inmediatamente.
El que agrede a otro ejerce un acto de violencia y está cometiendo una transgresión a la norma.
La respuesta a una falta es la sanción acorde con la dimensión de la misma. La reflexión y elaboración de la conducta violenta es un contenido necesario para ser abordado y convertido en una experiencia de aprendizaje.
Ambas acciones: sanción y reflexión son necesarias en una intervención en estas situaciones.
La elaboración no sustituye a la sanción. Ni la sanción, por sí misma, provee herramientas para la modificación de conductas.
Cuando las reglas son claras y las decisiones son justas se construyen espacios de convivencia.