Esconderse para seguir viviendo
El 5 de julio de 1942, Margot recibe una citación para presentarse a las autoridades para ser enviada a los campos de trabajo en Alemania. Margot es una de los 1.000 habitantes judíos de Ámsterdam que reciben dicha citación ese mismo día. Para los padres de Ana, esto no es algo inesperado. Ya desde la primavera de 1941, Otto Frank se halla ocupado con los preparativos para esconderse con su familia en la “casa de atrás”, un depósito vacío situado al fondo del edificio donde tiene su empresa, a orillas del canal Prinsengracht. Sólo sus más estrechos colaboradores están al corriente de los planes. Los Frank deciden esconderse inmediatamente. Esa misma noche, Miep Gies pasa a recoger ropa y otros objetos para llevarlos al escondite.
Los Frank se esconden el 6 de julio de 1942. El 13 de julio de 1942, la familia van Pels se suma a los Frank y en noviembre de 1942, los siete escondidos deciden de acoger una octava persona: Fritz Pfeffer.
Hasta el 4 de agosto de 1944, estas ocho personas permanecerán en “la Casa de atrás”, aisladas del mundo exterior. Serán tiempos llenos de angustia y temor, aunque también de aburrimiento y peleas. Cuatro de los colaboradores más íntimos de Otto Frank les proporcionan alimentos, ropa y libros.
Los protectores se reparten las distintas tareas. Miep Gies y Bep Voskuijl hacen las compras. Miep también trae cada semana libros de la biblioteca. Utilizando su propio nombre, Bep se matricula en varios cursos por correspondencia, que luego realizan los escondidos. Así, Peter, Ana y Margot hacen un curso de taquigrafía y Margot, además, un curso de latín.
Victor Kugler se encarga de la empresa y trae diarios y revistas. Johannes Kleiman ayuda a acondicionar la casa de atrás como refugio. Mientras permanecen allí los escondidos, se encarga –junto a Victor Kugler– sobre todo de la empresa y de la seguridad de sus protegidos. Ayudar es peligroso. Quienes ayudan a los judíos se exponen a duros castigos.
Los protectores se arriesgan mucho.